Repitió la lista, enumerando en voz baja todas las debilidades, los defectos, los errores y los males que lo atormentaban. Los confesó todos. En un prolongado y espléndido reconocimiento de sus faltas, se desnudó ante Dios sin ocultar nada.
El haber prolongado la extensión de la vida no conduce al villano, que por ello se hace también víctima, a un aumento de su felicidad; al contrario, le arrastra de un modo más evidente a la esencia de la existencia: el dolor, el sufrimiento, la desesperación. Sólo podrá liberarse de la condena cuando encuentre a alguien que esté dispuesto a asumir su destino.