Ningún otro libro antiguo cuenta con semejante testimonio, temprano y cuantioso, en apoyo de su texto, y ningún erudito imparcial negaría que el texto nos ha llegado sustancialmente exacto
El amor le pareció curiosamente semejante a algo... ¡A la comida! Sentimos su fuerza mientras está en la mesa, luego en el estómago, a continuación en la sangre de otra forma, hasta que se transforma en células. Estas células se renuevan con el paso del tiempo sin que queden huellas de las mismas.
Este hombre, en verdad, es muy valioso para quien es amigo suyo, pero el más terrible enemigo para quien se le enfrenta, y tiene fuerzas de infantería, de caballería y navales que todos vemos y conocemos por igual.
Tú dices que eres santo, y eso porque no te he visto pecar. Ay, pero existen aquellos que te ven pecar, amigo mío.