El desarrollo tecnológico, controlado por un reducido número de grupos privados, ha llevado al Estado capitalista al cenit de su potencia; pero, al mismo tiempo, a un punto álgido de la crisis de ese tipo de Estado.
Si Dios deseaba que todo indio del Transvaal quedase reducido al estado de mendigo antes que obedecer una ley degradante, ¡entonces que así fuese!