No cabía duda, el mejor escritor era el que de un asunto baladí hacía una obra maestra, un objeto de arte perdurable.
El recuerdo tiene su propio idioma, su propia textura, su propia melodía secreta, su propia arqueología y sus propias limitaciones: también puede lastimarse, robarse y avergonzarse; pero depende de nosotros rescatarlo e impedir que se convierta en algo barato, trivial y estéril. Recordar significa dar una dimensión ética a todos los esfuerzos y las aspiraciones.
La más trivial de tus acciones es pasto para mí, como la miga es la felicidad de los gorriones.