La Cenicienta volvió con la ratonera en la que había tres grandes ratas. La Hada escogió una entre las tres, dándole la preferencia por su barba; y habiéndola tocado con la varilla, se transformó en un fornido cochero con gruesos bigotes.
No soy tan fuerte que la luz resista de esta mujer, y no en los tenebrosos lugares me protejo, ni en la tarde: mas, con ojos enfermos y llorosos, mirarla es mi destino y mi conquista; y sé muy bien que voy tras lo que me arde.