Me parece que una sociedad auténticamente nueva no puede nacer en ausencia de un incremento cualitativo y compartido de la libertad y de la democracia.
La libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros; pero con todos ellos es preferible a la tranquila placidez del despotismo, como decía tácito.
Instantáneamente se me ha presentado esta idea como seguramente salvadora de llevarse con toda perfección a la práctica: la independencia de Euskadi bajo la protección de Inglaterra, será un hecho un día no lejano.
El primer bien de las naciones reside en su independencia y en su existencia política.