Los intereses materiales ¿podrán por sí solos obrar la unión duradera y feliz de los pueblos? El refinamiento de la materia y su goces ¿alcanzarán por ventura a satisfacer sus deseos y necesidades? Los pueblos ¿no viven también por el espíritu y para el espíritu? ¿No se ve en ellos otra cosa de más valía y más imperecedera que el oro?
... la adversidad sigue a la ventura como la sombra al cuerpo. Ambas, parecen, en efecto, fases alternativas de la irremediable ondulación del humano destino.