No hay credulidad tan ansiosa y ciega como la credulidad de la codicia, que es, en su medida universal, la miseria moral y la indigencia intelectual de la humanidad.
En ser indio mi vanidad se funda, porque el indio socorre en su miseria a los vasallos de Isabel Segunda. ¡Fortuna y gloria al hombre que se precia de respeto infundir hasta la muerte! Dios, por invulnerable, la desprecia, y, por su dignidad, el varón fuerte