Cuando me miro en el espejo veo a la niña que era cuando yo era pequeña, con los tirantes, los dientes torcidos, una cara infantil y un cuerpo delgado
A medida que pasaban los subvertigueros les rompían en la cabeza globitos de cristal muy delgado llenos de agua lustral y les hincaban en los cabellos bastoncillos de incienso encendidos que ardían con llama amarilla en los hombres y violeta en las mujeres.