La pasión de venganza, que en parte la había estimulado para la comisión de aquel acto atroz, murió en el mismo momento en que fue satisfecho y la dejó con los horrores de la piedad insuperable y del remordimiento.
El amor cruel es mentira. No hay amor donde no hay piedad. ¿Qué es el amor más elevado, sino una piedad devoradora?