No se mueve ninguna hoja en este país si no la estoy moviendo yo, que quede claro (13 de octubre de 1981).
Mamá se sujetaba ambas manos, apretándolas, y unas lágrimas limpias empezaban a rodarle por las mejillas. Mirándola, José quiso consolarla: esa es la guerra, doña; no hay remedio...O se mata o lo matan. Pero esas palabras ni a él le satisfacían porque bien claro se le veía el dolor.