Una cuarta parte de la longitud de la curva de la bahía los separaba de las paredes del hotel en ruinas. Aquí la corriente era más fuerte, cada ola que rompía, una detonación.
No es la longitud de la vida lo que importa, sino su profundidad. No se trata de prolongarla, sino de vivirla más allá del tiempo y esto no lo conseguiremos más que viviendo para el bien