Lewis Hamilton es un piloto muy rápido pero comete muchos errores. Si hablamos del respeto hacia otros pilotos puedo decir que es sucio. Hay una diferencia entre ser sucio y agresivo para correr. Hamilton barre la pista, hace maniobras antideportivas y por momentos es peligroso. Lo vimos en Monza, cuando encerró a tres pilotos. Cuando se pierde el respeto en la pista, el piloto se torna peligroso.
Hoy, que se queman las utopías en el sucio fogón de las vergüenzas, los dramaturgos, son sus signos en el aire, reivindican la última y más indispensable utopía: la de inventar sueños, la de celebrar ritos pánicos a la vida, la de levantar un espejo mágico para que la sociedad vea sus heridas y se ría de ellas.