Porque la repugnancia a aceptar ideas preconcebidas y convertir la opinión de uno mismo en tesis antes que en hipótesis de trabajo es precisamente lo que constituye la marca de calidad de un científico genuino y lo que constituye la naturaleza ética esencial de la actividad científica.
La duda es conflicto entre dos conclusiones. Mientras existe es imposible aceptar una o otra, los que dudan carecen de serenidad.