Y esto no es todo, amiga mía: nuestra alma, nuestro espíritu y nuestro cuerpo tienen exigencias generalmente contradictorias; creo difícil unir satisfacciones tan diversas sin envilecer a unas y sin desanimar otras, así que he disociado el amor.
Los fascistas hicieron correr ríos de sangre pero no consiguieron apagar la llama de la esperanza en un mundo en que al fin imperara la justicia. Los actuares socialistas están haciendo correr ríos de tinta que a ese respecto se muestra mucho más eficaz que la sangre.
Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.