El programa sigue siendo este: combatir. Para nosotros los fascistas, la vida es un combate continuo e incesante, que aceptamos con una gran desenvoltura, con un gran valor. Con la intrepidez necesaria
En Italia un mozo de hotel, un aldeano, un facchino que encontréis en la calle, saben hablar, entender, razonar: juzgan de todas las cosas, conocen los hombres, discuten de política; manejan ideas y palabras de una manera instintiva, pero muchas veces con brillantez, siempre con desenvoltura y casi siempre con acierto.