Llora lágrimas tan quedas que nadie las ha de oír: bien fino será quien logre su secreto descubrir...
Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y, por esas ventas del fino Laina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína
El ego es sordo; sordo y ciego. El ego debe ser domado
Por un lado, nos encontramos con la administración de este hermoso y sutil planeta increíblemente delicado y frágil. Por otro lado, nos enfrentamos a los destinos de nuestros semejantes, a nuestros hermanos. ¿Cómo podemos decir que somos seguidores de Cristo, si esta doble responsabilidad no nos parece a nosotros la esencia y el corazón de nuestra religión?
No amar es como herir a Dios en la pupila de Su ojo. ¿Hay algo más delicado que la pupila?