Hoy, más que nunca, la humanidad necesita de hombres conscientes, de hombres que piensen y sepan pensar bien, pues, siendo así, podrán éstos enseñar a otros a hacer lo mismo, y, de ese modo, volverá algún día a encontrar la humanidad la paz y la felicidad que perdió.
La felicidad consiste en la actividad. Es de vapor en funcionamiento, no una piscina estancada.
De hombres de sacrificio necesita la libertad: no de hombres que deshonren o mermen o abandonen a los que están prontos al sacrificio, al sacrificio racional y útil, al sacrificio de los de hoy, para la ventura de los de mañana.
Se cuenta que muchas personas de la alta sociedad de entonces iban a veces a comprar ventura y felicidad por el cómodo precio de la práctica de algunas inmoralidades y supersticiones.