La guerra implica un esfuerzo físico y un sufrimiento. Para no verse desbordados por ellos se necesita cierta fortaleza de cuerpo y de espíritu que, de manera natural o adquirida, produzca indiferencia ante uno y otro.
Uno jamás debería escuchar. Escuchar es un signo de indiferencia hacia los que nos escuchan.