Las épocas de mayor esplendor de nuestra vida son aquellas en las cuales reunimos el valor suficiente para declarar que lo malo que hay en nosotros es lo mejor de nosotros mismos.
La vida tiene una ventaja contra la literatura: el sexo. No hay sexo, por malo que sea, que no le gane a la mejor escena erótica. Se supone que, como los boxeadores, no hay que tener sexo mientras se escribe una novela. Es por eso que se escriben libros gordos. Es pura desesperación.
La democracia tiene por lo menos un mérito, y es que un miembro del Parlamento no puede ser más incompetente que aquellos que le han votado.
La mujer será realmente igual al hombre el día en que se designe a una mujer incompetente para un puesto importante.