Por eso el humilde molino, aun cuando su base esté carcomida y sus paredes pobladas de plantas parásitas, me inspira veneración; gracias a él, millones de seres humanos no están ya tratados como bestias de carga; han podido erguir la cabeza y ganar en dignidad al mismo tiempo que en felicidad.
Yo siempre fui humilde en el regimiento; jamás discutí una orden de un sargento o de un cabo; respecto a los oficiales, no recuerdo haber recibido nunca una orden directa de ellos.