La caducidad puede conmovernos; pero se nos muestra, si miramos más profundamente, como algo necesario en la idea superior del espíritu.
El corazón pena por la caducidad y se entrega a ella sin rebeldía, pero el espíritu la enfrenta con sus armas y trata de vencerla una y otra vez.
La inconstancia y la impaciencia destruyen los más elevados propósitos.
La inconstancia lo echa todo a perder- ella no deja que ninguna semiente germine