..., cuando un hombre, por causa de su aspereza natural, pretende retener lo que, siendo superfluo para él, es necesario para los demás, y, debido a la terquedad de sus pasiones, no puede corregirse, habrá de ser expulsado de la sociedad por constituir un peligro para ella.
No debemos tomar la terquedad de nuestros prejuicios como valor para defender nuestras opiniones.
La vida no es sueño. El más vigoroso tacto espiritual es la necesidad de persistencia en una forma u otra. El anhelo de extenderse en tiempo y en espacio.
Los senos de la mujer son la única persistencia del hombre; los coge al nacer y ya no los suelta hasta morir de viejo.
La gota horada la piedra, no por su fuerza, sino por su constancia
En las ausencias largas, mucho más peligrosa es la constancia del hombre que la de la mujer.