Esa marometa que da el chiquillo en el aire expresa en un solo acto toda la alegría y la magnificencia de vivir.
Mirara hacia donde mirara, ya fuera hacia la tierra durmiente o a las vastas regiones del espacio, la magnificencia del mundo estaba más allá de la mente humana, se advertía la sublimidad de Dios y la majestad de su presencia.
La peor prodigalidad es la del tiempo.
La prodigalidad semeja a la higuera que crece en una roca; sus frutos suelen comérselos los ladrones más que los hombres de bien.
La posesión de riqueza, que en un principio era valorada simplemente como prueba de eficiencia, se convierte, en el sentir popular, en cosa meritoria en sí misma. La riqueza es ahora intrínsecamente honorable y honra a su poseedor.
Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala.