Hombre del sol, sujétame con tus brazos fuertes, muérdeme con tus dientes de fiera joven, arranca mis tristezas y mis orgullos, arrástralos entre el polvo de tus pies despóticos. ¡Y enséñame de una vez, ya que no lo sé todavía, a vivir o a morir entre tus garras!
Los demás no te dejarán vivir como deseas, pero si eres lo suficientemente ágil y fuerte, al menos no deberás vivir como ellos desean.