La magia del primer amor consiste en nuestra ignorancia de que pueda tener fin.
La ignorancia no es tal, sino pecado.
Estos cuatro elementos son los gérmenes naturales de la religión: la creencia de que los espíritus existen, el desconocimiento de causas secundarias, la veneración a todo aquello que produce miedo y la predicción de lo que sucederá en el futuro a partir de situaciones accidentales.
La alegría del primer amor es nuestro desconocimiento de que puede tener fin.