El cielo sombrío, el suelo cubierto de nieve más brillante aún por contraste con ese cielo sombrío, ya no hay mirlos, ya no hay gorriones, la nieve ha absorbido toda idea y todo sentido.
El hombre próspero es como el árbol: la gente lo rodea cuando está cubierto de frutos; pero en cuanto los frutos han caído, la gente se dispersa en busca de un árbol mejor