Reinaba entonces en el ejército español un pundonor llevado hasta la más excesiva delicadeza y mi padre exageraba aún este exceso, cosa de que no puedo culparlo, pues el honor es, ciertamente, el alma y la vida de un militar.
La dictadura no fue un error, tiene apellidos, como colas de rata o lagartija, y su elenco de honor para asesinos los regocija todavía, y dura indefinidamente; no fue un malentendido sino la voluntad de pasar una lija de hierro por encima de los niños.
Protege tu honor como oro en paño, mejor ser un extraño que no uno más del rebaño