Había nacido para ser feliz. Durante mi juventud nunca me había afligido la tristeza, y si en algún momento me sentía abatido, contemplar las maravillas de la naturaleza o estudiar lo que de sublime y excelente ha hecho el hombre siempre conseguía interesarme y animarme.
Cruel es quien al afligido reprende.
¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido.
Aunque no sea más que por el mísero afán de descansar, debéis trabajar.
El desdichado no cree a la prosperidad cuando viene.
No se sabe la fuerza moral que pierde la exhortación a un desdichado cuando se la dirige el que es dichoso