El colmo de la infelicidad oscila entre el estreñimiento y asistir sin ganas a una reunión mundana.
En cualquier adversidad de la fortuna, la mayor infelicidad es haber sido feliz.
Después de cada infortunio se efectúa en nosotros como una extraña muda del alma.
A la desgracia hay que enfrentarse con amor: él nos consolará y nos devolverá la alegría. El amor es el mejor remedio. En los pliegues del infortunio se esconde la felicidad, como el diamante en la grieta de la mina. Dejémonos instruir por la sabiduría del amor.