Tan solo y desconsolado como sólo podía sentirse un ser humano en el momento de morir lejos de Ingrid
¡Mi espíritu desconsolado te busca con ansia infinita y has dejado mi alma marchita y tú también te has marchitado!
Si intentaren pisar nuestro suelo, en la mar sepultemos sus vidas, y en las olas, de sangre teñidas, luzca opaco el reflejo del sol.
Aspiro morir entre la penumbra de oro de una tarde, escuchando el musitar opaco y tenue de la lluvia...
Nadie puede llevar a la otra vida sus riquezas superfluas; con éstas no es posible evitar la muerte, ni las enfermedades, ni la triste vejez
La verdadera virtud no es triste y antipática, sino amablemente alegre.